Hermandad de la Mano Roja: Patagonia 2020

La expedición: resumen inicial
A bordo de “La Tehuelche”, la barcaza que nos lleva de retorno desde Chile Chico a Puerto Ibáñez sobre las aguas del Lago General Carrera, voy analizando algunos pasajes de este viaje. Desde su inicio en el Eco-camping “Pu Am Eco Lodge” en Curarrehue, los primeros datos de la expedición fueron aflorando. Tal y como había anticipado Aimana, una de las supuestas tripulantes de los objetos voladores que hemos podido observar en diversas ocasiones, la experiencia sería muy desconcertante. Y lo fue.
La expedición tenía como objetivo principal localizar una presunta pictografía de una mano polidactilar de ocho dedos ubicada específicamente en la Cueva del Río Pedregoso en el Parque Patagonia en Chile Chico, en la Región de Aysén. Este dato fue encontrado por Felipe por medio del estudio sobre los nativos de esta área, en el libro Cazadores Extintos de Aysén Continental, escrito por el arqueólogo Kemel Sade en el año 2008. Esta mano llamó inmediatamente la atención del equipo, dado que se tenía registros de múltiples manos con polidactilia de seis, e incluso algunos de siete dedos, pero no de ocho.
A través de una serie de informaciones y “extrañas sincronías” se decidió retornar a este lugar, pues lo habíamos visitado justo un año antes. Claramente algo había quedado pendiente. Debemos reconocer que esta tónica se mantiene al día de hoy, ya que aún faltan cosas que descifrar y muchos sitios asociados que visitar. Solo hemos dado un paso de tantos.
Uno de los primeros eventos que se intentó concretar para el viaje era una entrevista con Kémel Sade, que lamentablemente no se logró llevar a cabo. Se contactó al autor mediante correo electrónico, pudiendo también compartir parte de la investigación que hemos estado desarrollando en concordancia con otros equipos de Argentina y Brasil en relación a la polidactilia y su relación con la “Hermandad de la mano roja (HMR)”. Con respecto al pictograma de interés, Kémel señaló la posibilidad de que la mano de ocho dedos no correspondiera necesariamente al fenómeno de la polidactilia, sino que a un efecto técnico de quien pintó esa mano al soplar pintura antes de apoyar la extremidad sobre la roca, técnica que se denomina “impronta en negativo”, dado que la mano funciona como un molde y se pinta su contorno para marcar la figura. Si bien es probable que esta sea la explicación más probable, pues según Kémel esto fue reproducido en un laboratorio, esto no descarta del todo la posibilidad que sea efectivamente un registro de polidactilia real.
“Efectivamente, la pintura es una impronta en negativo que puede llevar a pensar en polidactilia. Sin embargo, algunas experimentaciones que realizamos posteriormente a la edición del libro nos sugieren que al apoyar la mano rápidamente sobre la roca, a veces esta rebota y al estarcir la pintura genera un efecto de más dedos”.
El equipo y la ruta
El grupo se reunió en el Aeropuerto Teniente Vidal de la ciudad de Balmaceda, en la Región de Aysén en Chile, y estaba conformado por cinco personas: Liliane Moura y Luiz Iani de Brasil, y Felipe Astorga, Bastián Díaz y Ricardo Gatica, de Chile.
La primera parada de esta expedición era Villa Cerro Castillo. Se tenían importantes referencias en terreno de que el imponente “Apu” del lugar, El Cerro Castillo, tenía mucho que ver con los fenómenos aéreos anómalos que allí se suscitan. Las clásicas luces pulsantes y los flashes de distintas intensidades y frecuencias son muy fáciles de notar. Es más, en experiencias de contacto el año 2019, en el mismo sitio, nos advirtieron que en el futuro este sería un lugar muy concurrido por grupos ufológicos y de contacto, debido a estos fenómenos. En este pueblo visitamos también el Paredón de Manos.
La siguiente detención fue en Chile Chico en donde pasamos dos noches. Se realizó una expedición al bosque de piedras que ahí existe, aspecto que no reparamos la última vez que estuvimos allí. Este sitio corresponde al circuito de trekking llamado “Piedra Clavada” del Parque Patagonia, por la presencia de una piedra erguida de unos 40 metros de alto que se encuentra en medio del recorrido, aislada de otras estructuras rocosas agrupadas. La gran cantidad de formaciones de origen ígneo, los afluentes de agua y el profundo silencio lo hacen un lugar particularmente especial, hay que estar ahí para sentirlo. Al final de esta travesía se encuentra la Cueva del Río Pedregoso en cuyo interior aún yace marcada la mano de ocho dedos junto a otros pictogramas.
Villa Cerro Castillo
Es preciso ir a ciertos detalles de este lugar. Primeramente este pueblo está ubicado en la Patagonia Chilena, en la Región de Aysén, a unos 95 kilómetros al sur de Coyhaique, en una zona perteneciente a la Comuna de Río Ibáñez. Este pueblo fue fundado en 1966, nombrado en honor a la montaña que lo custodia, El Cerro Castillo. Este cerro es un imponente macizo que se eleva a unos 2.675 metros de altura, posee nieves eternas y glaciares en sus cumbres, que le dan su majestuoso aspecto.
Villa Cerro Castillo tiene como principales atracciones turísticas, además del Cerro, El Paredón de Manos y El Museo Escuela. El paredón tiene una extensión de unos 35 metros donde figuran pictogramas de manos de distintos tamaños. Estos vestigios fueron plasmados allí por los Tehuelches (imagen 1).

Acudimos al Paredón, también visitado el año anterior, para poder apreciar una vez más las manos de nativos que allí están marcadas. Si en el lugar hay algo destacable o que se salga de los patrones pictográficos que se han podido observar hasta ahora en recorridos similares (como la Cueva de las Manos de Santa Cruz en Argentina o El Parque Patagonia en Chile Chico), son las inconfundibles impresiones de manos de niños (Imagen 2 y 3), y no menos interesante, la ubicación de ellas. Si bien el paredón completo se enfrenta al gran “Apu”, estas pequeñas manos están “directamente mirando de frente” al Cerro Castillo (Imagen 4), ¿habrá alguna razón para esto o es sólo coincidencia?



Este sector fue probablemente escogido por la cultura tehuelche para dejar sus huellas, y los motivos pueden ser muy variados. Tal vez lo hicieron como un homenaje al Cerro Castillo o a los fenómenos en el cielo que circundan su cima. Es difícil saberlo con certeza, por lo que sólo se puede especular.
Los avistamientos de fenómenos aéreos anómalos son frecuentes en esta zona, es decir, objetos lumínicos que no corresponden al paso de aviones, la Estación espacial internacional (ISS por sus siglas en inglés), satélites geoestacionarios, iridiums, o chatarra espacial. Le sugiero al lector que, en caso de desear comprobarlo, visite el lugar para que lo pueda experimentar en primera persona. Según los apunianos, ellos tendrían aquí un tipo de instalación de la cual provendrían algunos de estos artefactos.
El legado tehuelche y “una pista”…
Este viaje, además de permitirnos apreciar cosas distintas a las del año anterior, nos entregó nueva información referente a la historia del lugar y sus nativos, a través de mensajes telepáticos por parte de los apunianos. Me refiero específicamente a Aimana e Ivika. Cito a continuación un extracto de la primera comunicación “formal” de la expedición.
Miércoles 29 enero de 2020, 22:30 hrs, Villa Cerro Castillo.
“Si Ricardo, Aimana en contacto.
Tal y como hemos advertido, la historia de este sitio sería desconcertante. El lugar en el cual están ubicados, en otrora, fue escenario de un evento no planeado (…). Inicialmente los tehuelches, gigantes poli-dactilares, caminaron en estos sitios. La genética del gigantismo se mantuvo por algunas generaciones en esta etnia para luego desaparecer, sin embargo, la polidactilia ha viajado por todas las generaciones, siendo el único vestigio sobreviviente. (…) Luego de todo este incidente esta región quedó custodiada por nuestras flotas que comenzaron a copar Los Andes brindando protección a los tehuelches.
No olviden olvidar todo lo aprendido, des-aprendan todo o les será imposible comprender este suceso que les compromete.”
“Como se les ha dicho vean todo en su justo contexto. Como les hemos afirmado, al hacer esto, nuevos lugares irán surgiendo, pero sean pacientes, pues no todo será posible realizarlo. Sean prudentes y no caigan en negligencias, el equilibrio ante todo.
El próximo año pueden visitar la localidad de Chaltén. Muchos misterios rodean esa área. Comprenderán al final de esta travesía la estrecha relación de esta zona con el Huascarán y otras áreas de su continente. Ivika”
Es necesario señalar que una parte de esta comunicación revela información inquietante y delicada que ha sido omitida en este informe, con el propósito de investigarla en profundidad antes de darla a conocer.
Al retornar al camping hicieron aparición varios objetos luminosos en el cielo que tres integrantes del equipo pudimos visualizar. Si bien no se puede asegurar que haya sido una “corroboración” al mensaje recibido, merece la pena sugerirla como una señal de apoyo.
Polidactilia
La localización de este tipo de vestigios no es casual. “Ellos”, de algún modo, nos han inspirado a visitar estos sitios que tienen un elemento en común: rocas de tipo ígnea. Al parecer estas rocas fueron las predilectas por los nativos tehuelches para dejar sus huellas. Es más, tanto tehuelches, como diversas culturas amazónicas o los Anasazi en Norteamérica, siguieron el mismo patrón de registro.
El área patagónica presenta marcas de polidactilia que, como se ha mencionado anteriormente, habíamos visto por primera vez en la expedición de febrero de 2019. Con respecto a estos vestigios, muchos podrían atribuir su causa a la endogamia, es decir, la mezcla genética entre individuos de la misma ascendencia o linaje. Si bien es cierto que esta es una de las posibles causas de la manifestación de este rasgo, extrapolar esta hipótesis a todos los casos de polidactilia existentes es una generalización equivocada. Hay varias otras situaciones que explican esta anomalía, como síndromes genéticos que engloban características físicas adicionales, o la exposición a tóxicos ambientales durante el período de gestación, lo que produce una mutación en el ADN del embrión. Un caso que podría ser ejemplo de esto último es el de los grupos precolombinos en Chinchorro, en el norte de Chile. Estudios en la zona han postulado el consumo de agua con metaloides como una posible explicación de la presencia de polidactilia encontrada en hallazgos arqueológicos en esa localidad (1). Es un escenario complejo que, sin duda, esconde muchas más causas aún por dilucidar.
(1) Standen, Vivien Santoro, Calogero Arriaza, Bernardo Valenzuela, Daniela Coleman, Drew Monsalve, Susana. (2018). Prehistoric polydactylism: Biological evidence and rock art representation from the Atacama Desert in northern Chile. International journal of paleopathology. 22. 54-65. 10.1016/j.ijpp.2018.05.005. URL:https://www.researchgate.net/publication/325579635_Prehistoric_polydactylism_Biological_evidence_and_rock_art_representation_from_the_Atacama_Desert_in_northern_Chile
Gigantismo
Con respecto a este ítem mencionado por Aimana, hemos podido encontrar algunas referencias. En diversas leyendas y textos históricos ha quedado registro de los relatos de antiguos navegantes y exploradores del continente que narran encuentros con supuestos nativos gigantes, como también algunas descripciones que mencionan que tal rasgo estaba siendo exagerado, y que la altura de los habitantes de la Patagonia no superaba a “un hombre alto normal”.
A continuación se compartirán algunas de estas fuentes, sin embargo el tema se profundizará en un próximo informe dedicado al gigantismo, donde se expondrán las distintas posturas e hipótesis sobre las “contradicciones”. Uno de los responsables de mencionar a hombres gigantes con voces estruendosas en sus escritos, es Antonio Pigafetta, cronista de Hernando de Magallanes, quien en la década de 1520 en su obra Primer Viaje alrededor del mundo, afirmó:
“…Arrancando de allí, alcanzamos hasta los 49 grados del Antártico. Echándose encima el frío, los barcos descubrieron un buen puerto para invernar. Permanecimos en él dos meses, sin ver a persona alguna. Un día, de pronto, descubrimos a un hombre de gigantesca estatura, el cual, desnudo sobre la ribera del puerto, bailaba, cantaba y vertía polvo sobre su cabeza. Mandó el capitán general a uno de los nuestros hacia él para que imitase tales acciones en signo de paz y lo condujera ante nuestro dicho jefe, sobre una islilla. Cuando se halló en su presencia, y la nuestra, se maravilló mucho, y hacía gestos con un dedo hacia arriba, creyendo que bajábamos del cielo. Era tan alto él, que no le pasábamos de la cintura, y bien conforme; tenía las facciones grandes, pintadas de rojo, y alrededor de los ojos, de amarillo, con un corazón trazado en el centro de cada mejilla. Los pocos cabellos que tenía aparecían tintos en blanco; vestía piel de animal, cosida sutilmente en las juntas. Cuyo animal, tiene la cabeza y orejas grandes, como una mula, el cuello y cuerpo como un camello, de ciervo las patas y cola de caballo –como éste relincha–. Abunda por las partes aquellas.”
Poco más tarde, en 1562, el cartógrafo español Diego Gutiérrez en colaboración con el artista Jerónimo Cock recrearon un mapa de América, basados en los dibujos y escritos de viajes de las últimas décadas. En este mapa se señala a la Patagonia como “Tierra de Gigantes” (Imágenes 5a – 5d).




Ya en 1766, el almirante inglés John Byron testificó haber encontrado hombres extraordinarios de casi tres metros de altura, los “Indios Patagones”, lo cual describe en su escrito Viage del comandante Byron alrededor del mundo (cita original):
“Al paso que nos acercabamos á la costa, la gente que iba en nuestra pequeña embarcación, daba manifiestas señales de espanto al echar de ver unos hombres de estatura tan enorme. Varios de los nuestros, con el fin acaso de alentar á los demás, les hicieron notar, que estos hombres agigantados estaban tan asombrados á vista de nuestros fusiles, como nosotros lo estabamos de su talla”.
“(…) Cuando vimos acudir á los salvages, que en número de más de doscientos nos rodearon, admirandose manifiestamente, y sonriendose, al parecer, de la gran desproporción de nuestra estatura respecto a la suya”.
“Su estatura era tan extraordinaria, que aún sentados así, venían a ser casi tan altos como el comandante de pie.”
Y por último, el mismísimo Charles Darwin en su clásica obra Diario del Viaje de un Naturalista Alrededor del Mundo (1831), señala lo siguiente:
“Durante nuestra visita anterior, en enero, tuvimos una entrevista en cabo Gregory con los famosos patagones, llamados gigantes, que nos recibieron con gran cordialidad. Su talla parece mayor de lo que en realidad es a causa de sus grandes mantos de guanaco, su larga cabellera suelta y porte general; la altura media de estos hombres es poco más de 1,80 metros, con algunos hombres más altos, y solamente unos pocos más bajos, y las mujeres tienen también elevada estatura. Sin disputa, es la raza más alta que he visto en todos los países visitados”.
Ahora, si bien la descripción de Darwin parece menos dramática, hay que considerar que seguían siendo la raza más alta de todos los países visitados. Como se ha mencionado, este tema merece un artículo completo que será publicado más adelante.
Parque Patagonia – El Bosque de Piedras
Como equipo de Iniciativa Chajnantor volvíamos a este lugar, esta vez acompañados por nuestros amigos de Brasil. En esta experiencia fuimos guiados por Celeste Marín, guía turística de la localidad de Chile Chico, con quien estamos muy agradecidos por apoyarnos con tanto interés y atención, sin embargo, no es la primera vez que nos acompaña, ya que también participó en el 2019. En esa oportunidad fuimos testigos, junto a ella y otras diecisiete personas, de un increíble avistamiento en los cielos del Valle Lunar del Parque Patagonia. La presencia de “ellos” había sido anunciada tan sólo cinco horas antes por Aimana:
“Hermanos, saluda Aimana. Gracias por hacer el recorrido, fue concertado desde el pasado hasta hoy. Estaremos dando muestras contundentes a ustedes de nuestra presencia y apoyo. No están solos y sabemos que no estamos solos. Gracias por ayudarnos, no lo olvidaremos.”
En aquella comunicación establecida en meditación en “la Piedra Clavada” ella señaló que se mostrarían de forma contundente, y así fue: al menos ocho objetos que no tenían explicación aparente aparecieron entre las 23:00 y 23:30 hrs. Algunos de estos objetos interactuaron con las luces de nuestras linternas láser (Imagen 6) y fueron captados con tecnología “night vision”, material ya exhibido en el artículo correspondiente (2).

(2) Artículo “Expedición a la Patagonia Chileno-Argentina”, marzo 2019, URL: https://iniciativachajnantor.com/?p=446
El Alero
Tal como sucedió la primera ocasión que se visitó, el parque produce un impacto de forma automática. No es necesario tener una hipersensibilidad hacia los fenómenos sutiles, sino que basta con llegar con la mente abierta y disfrutar para notar la energía penetrante del sitio.
La primera parada fue en un alero de piedra con pictogramas de manos que se encuentra al inicio del circuito, donde el paisaje comienza a formar un valle. En ese lugar Luiz se percata de una mano que parecía de seis dedos y que el año anterior no habíamos notado, probablemente debido a la sombra, ya que habíamos estado allí en un horario diferente, con menos luz solar disponible.
Las fotografías de la mano se muestran a continuación (Imágenes 7 a 12), junto a una serie de copias con aplicación de filtros para una visualización más nítida, que se llevó a cabo con el programa de edición fotográfica Lightroom.
Como detalle adicional a considerar, esta mano tiene la parte inferior de la palma notablemente más delgada, es decir, desde los dedos hacia la “muñeca” se vuelve más fina (Imagen 12). Esto lo dejamos a modo de observación, dado que hemos notado que otras manos con polidactilia presentan la misma característica.






Piedra clavada
Ya adentrados al interior del circuito, llegamos al siguiente punto de interés que corresponde a una estructura de piedra erguida en medio del valle, llamada “Piedra Clavada” (Imagen 13). Esta gran roca alcanza los 40 metros de altura y, si bien se ha hipotetizado su origen como producto del trabajo escultural de antiguos nativos, al menos a la simple observación, no presenta ni un solo rastro que lo sugiera. La piedra posee la misma naturaleza que los montes rocosos que rodean el valle (Imágenes 14 a 18), y según investigaciones de la zona, su formación se debió al movimiento del antiguo hielo glaciar que terminó esculpiendo suavemente todos sus bordes.






Cueva del Río Pedregoso y la mano de ocho dedos
En este lugar también nos habíamos detenido el 2019, sin embargo en completa ignorancia de lo que había en sus paredes. Había sido una visita muy apresurada porque estaba pronto a anochecer, pero esta vez logramos llegar con más luz para poder buscar la figura de interés. En la cueva pudimos observar pictogramas de manos y representaciones de guanacos, uno de ellos con un prolongado cuello, recordando el aspecto de un clásico dinosaurio (Imagen 19). Imaginar el contexto en el que los antiguos chamanes pintaron estas representaciones genera una profunda impresión.
Luego de unos minutos y gracias a las fotografías y adaptaciones de las pictografías del libro de Kémel Sade (Imágenes 21 y 22 respectivamente), logramos ubicar la pintura que buscábamos: la mano con una presunta polidactilia de ocho dedos (Imágenes 23 a 25). No fue sencillo fotografiarla, pues la mano era apenas visible en la oscuridad de la cueva, haciéndose necesario apoyarnos con unos segundos de luz artificial para apreciarla y capturarla.
Como se comentó al inicio de este informe, el autor del libro plantea la alta probabilidad de que la figura sea, en realidad, producto de un “efecto rebote” de la pintura sobre una mano normal de 5 dedos, dado que se ha hecho replicación de la técnica de impronta en negativo en el laboratorio. Al respecto, cabe mencionar que, de ser así, se esperaría encontrar muchos más casos de “falsa polidactilia” por errores de técnica dada la enorme cantidad de vestigios que existe. Hemos visitado algunos de ellos con miles de manos, donde la polidactilia es escasa o inexistente.
Por otro lado, al considerar este pictograma como el resultado de un error, es de esperar que tres de los dedos se vean “duplicados”, sin embargo, tanto presencialmente, como en la imagen que el autor muestra en su libro, todos los dedos parecen de distinto tamaño.







La Hermandad de la Mano Roja
La “Hermandad de la Mano Roja” (HMR) es un término acuñado por el antropólogo y contactado George H. Williamson en su libro “El Secreto de Los Andes”, que escribió bajo el seudónimo de Brother Philip, en el cual se refirió a múltiples misiones enmarcadas en distintas “hermandades”, siendo una de ellas, la de la mano roja.
Esta hermandad estaría constituida por un grupo de “chamanes” provenientes de Asia central, que habrían realizado un “peregrinaje” desde Asia hasta el sur de América con una misión, sin embargo, al parecer no todo anduvo como se había planeado, punto sobre el cual se ahondará en el próximo informe.
Al margen de lo que hoy se acepta como historia, según Hunt Williamson, la HMR habría tenido dos tareas: salvaguardar una información genética a través de mestizajes, asegurando así su persistencia en el código genético de los humanos del continente a través de las generaciones; y plasmar información en ciertos lugares que habrían marcado con pictogramas de manos. Me arriesgo a postular que tanto manos derechas e izquierdas, y también marcas de pies con cinco o más dedos en estos sitios, corresponden al mismo grupo. La relevancia no estaría sólo en las marcas, sino también en los lugares, que hemos notado, siempre han sido de roca ígnea.
Ahora bien, independiente de los rastros físicos hay algo más que no se puede demostrar de modo tangible, pero es una realidad: los antiguos chamanes que encabezaban la misión de la HMR tenían una información que, de un modo u otro, quedó impregnada en estas paredes de roca, a la cual solo se puede acceder visitando estos sitios, reconociendo las huellas y sincronizándose con ellas, utilizándose a modo de “llave activadora” de información y recuerdos en el viajero, recuerdos guardados profundamente en nuestro ADN, y que se revelan al conectar.

Reflexiones finales y agradecimientos
Me he tomado la libertad de hacer una reflexión para concluir este artículo. El lector seguramente ha notado que varias informaciones han quedado abiertas o sin una conclusión certera. Al cerrar mis ojos veo todas las locaciones visitadas, en donde algunas preguntas fueron respondidas, pero también surgieron muchas otras, aún por profundizar.
En las comunicaciones telepáticas del viaje, Aimana dejó datos muy frescos sobre el gigantismo, la polidactilia, los tehuelches y “algo más”. Esos detalles son de gran controversia, por lo que consideramos prudente exponerlos solo cuando tengamos una investigación más avanzada en el tema.
No hay dudas de que esta área del continente alojó a la HMR. Es una extensa zona, de la cual todavía quedan muchos sitios por visitar hacia el sur. Estas ubicaciones encierran aún más historias relacionadas a todo este enigma, y me atrevo a anticiparlo, pues ya fueron señaladas por los apunianos. Una de las locaciones es el Cerro Chaltén, también denominado Monte Fitz Roy. Esta cumbre guarda una información importante, también esbozada en viejas leyendas tehuelches que hablan de un incidente sucedido en este territorio hace miles de años atrás.
Si algo se puede afirmar, es que las zonas que visitamos son un reflejo nuestro. Si se “abrieron” brindando información y facilitaron la interacción con estos seres, es simplemente por una cuestión de actitud, un corazón abierto y una mente analítica, pues tampoco se trata de creer todo. Debemos cuestionar lo que afirmamos haber recibido por “mensajes telepáticos”, manteniendo los pies en la tierra e investigando para contrastar la información.
Hay muchas personas y eruditos en esta materia que han dado mucha credibilidad al fenómeno OVNI cuando los datos provienen de militares, científicos, e investigadores, sin embargo, no son pocos los que toman muy a la ligera los relatos de antiguos navegantes que recorrieron este continente con fines de exploración, olvidando que estos eran los reales investigadores y militares de antaño…
Para finalizar, como Iniciativa Chajnantor, extendemos nuestros agradecimientos a todas las personas que de una u otra forma facilitaron o brindaron ayuda para la realización del viaje, y también a quienes nos acompañaron a distancia con las meditaciones. De manera especial agradecemos a Viki Vidal, Anahí Procel, Fernando Varela, Hans Baumann y Carina Marzullo, quienes, veinte años atrás en contexto de Misión Rahma, habrían visitado algunos de estos sitios entendiendo que, aunque formemos parte de diferentes grupos y trabajamos en distintos momentos de nuestra “línea de tiempo”, en el fondo somos todos caminantes con un propósito común: apoyar a la humanidad con un paso hacia la evolución y la re-unión entre nosotros, con la Tierra y con nuestros “hermanos de las estrellas”.

“…Hay huellas que guardan algo más que solo una imagen, a veces es una información propia, como una huella dactilar. Busquen sus manos.”
(Extracto experiencia con Xendor en proyección mental año 2018)
Autor: Ricardo Gatica
Edición: Valentina Quintana